lunes, 19 de octubre de 2015

El Romanticismo

EL ROMANTICISMO








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                                         Espronceda
                                                             Rosalíadecastro1
                                                             Rosalíadecastro2
                                                             Bécquer1
                                                             Bécquer2 
                                                             Bécquer3
                                                             Larra1
                                                             Larra2
                                                             Larra3
                                                             Larra4
                                                             Teatro romántico1
                                                             Teatro romántico2  

1- EL ROMANTICISMO
             1.1- DEFINICIÓN:
                
                     1.1.1- Haz una definición del Romanticismo: qué es, explica a qué característica del ser humano dan importancia los románticos y cuál rechazan
El Romanticismo fue un movimiento cultural e intelectual que nació como reacción a la Ilustración y al pensamiento racional, dando mucha más importancia a los sentimientos y emociones y rechazando la razón, que tanta importancia tuvo en el período anterior. 
                     1.1.2- Explica dónde y cuándo surge.
Surgió a finales del siglo XVIII y perduró hasta mediados del siglo XIX. Comenzó en países europeos como Reino Unido y Alemania (que no era un estado unificado en esa época) y después se extendió por todo el continente y también en América.
              1.2- CONTEXTO HISTÓRICO:






                     1.2.1- El nacimiento de Romanticismo está muy ligado a un acontecimiento histórico muy importante de la historia universal. Di cuál es, explica qué consecuencias tuvo este acontecimiento en la política y la sociedad de Europa (compara el régimen político que había antes con el nuevo) 
El Romanticismo surgió a raíz de la Revolución Francesa, que tuvo lugar en el país galo desde el año 1789 hasta 1799. La Revolución derribó la monarquía absoluta que gobernaba Francia y se intentó instaurar un nuevo régimen basado en los principios del liberalismo y los derechos del hombre. La sociedad estamental fue eliminada y se le revocaron los privilegios a la nobleza y al clero. Finalmente, en 1799, Napoleón Bonaparte dio un golpe de estado que puso fin a la Revolución. 
Estos hechos ocurridos en Francia hicieron que se extendiera entre los intelectuales europeos la idea del deseo de libertad y democracia, que desembocó más tarde en otras revoluciones liberales por el continente, como las de 1848.   
                      1.2.2- ¿Qué relación tienen estos cambios con la llegada del Romanticismo?
Que favorecieron la aparición del sentimiento de libertad, del individualismo e incluso del nacionalismo en los que se basa el Romanticismo debido a la introducción de los nuevos ideales liberales de la Revolución Francesa.

              1.3- TEMAS: :
                      1.3.1- Individualismo:
                    - ¿Por qué los románticos dan tanta importancia al YO?
Porque pensaban que eran distintos al resto, ya que creían que la realidad se encontraba en su interior y solo ellos podían entenderla y expresarla. Así que daban mucha importancia a sus sentimientos y exaltaban sus emociones.
                    - En consecuencia, ¿qué tipos de temas predominan en la literatura romántica?
La soledad, los anhelos, las pasiones, la melancolía, etc.
                     1.3.2- Irracionalismo:
                                     
                                              


                    - ¿Por qué los románticos desprecian la razón y dan toda la importancia a los sentimientos?
Porque creían que solo podían explicar la realidad a través de sus sentimientos e imaginación y no con coherencia y razonamiento, como se pensaba hasta entonces.

                    1.3.3- La libertad:

                                              
                          



                   - ¿Qué es para los románticos la libertad?
Para los románticos la libertad es la ruptura de todas las reglas que impiden la máxima expresión de cada individuo y consideran este valor como el más importante que puede tener un ser humano.
                   - ¿Cómo repercute la libertad en el concepto romántico de la literatura?
Cambian la forma de hacer teatro, rompiendo los cánones establecidos; utilizan una métrica muy libre, sin seguir normas estrictas al hacer poesía y en la prosa cambian el ensayo, característico de la Ilustración, por otros tipos de textos en los que pueden hacer uso de su imaginación.
  
                   1.3.4- El rechazo del mundo:


     

                  - ¿Por qué los románticos rechazan el mundo que les rodea?
Porque se sienten muy frustrados con la realidad que les ha tocado vivir y no se sienten identificados con ella, así que prefieren otros lugares u otras épocas.  
                  - ¿Qué salida encuentran en muchos casos?
En muchos casos no encuentran otra salida que evadirse en el espacio (a lugares exóticos),  en el tiempo (a la Edad Media, que atrajo bastante a los románticos), en el misterio (los enigmas y lo desconocido y eligiendo casi siempre la noche para la escenografía) o en el mundo de los sueños (a mundos imaginarios que son inaccesibles en la realidad). En otros casos deciden simplemente rebelarse contra lo establecido.
                    
                 1.3.5- La rebeldía:

                                            
                  
                    - ¿Por qué los románticos tienen una actitud rebelde ante lo establecido?
Porque se sienten insatisfechos y decontentos con la realidad que viven y no se sienten identificados con el orden establecido en la sociedad y en la política.
                    - ¿Qué tipo de personajes admiran por ello?
Debido a esto, los románticos admiran a los personajes marginales de la época: los piratas, los mendigos, los reos, etc.
                    1.3.6- Evasión:
                                                              
                - ¿Por qué los románticos huyen de la realidad?
Porque se oponen al mundo que les rodea y se sienten disgustados con él y con su realidad. Por ello, una de las salidas que encuentran para evitarlo es huir y evadirse. 
                - ¿De qué dos formas se evaden de la realidad?
Las dos principales formas de huir de la realidad que usan los románticos son la evasión en el espacio, a lugares exóticos, y la evasión en el tiempo, a otras épocas como la Edad Media.                     1.3.7- La naturaleza:
  b                         
                    - ¿Para qué utilizan los románticos la naturaleza?
La utilizan como un lugar en el que poder evadirse de su realidad, pero no solo eso, sino que también es un símbolo que los románticos identifican con sus sentimientos.
                    - En consecuencia, ¿cómo es esa naturaleza?
Está constituida por paisajes abruptos y escarpados, cargada de misterios y oscura. En contraste con el Clasicismo, la nueva naturaleza romántica es más irracional y mística y es vista como un símbolo por los románticos.

                    1.3.8- El amor:

                     - Explica cómo es la relación que tienen los románticos con la mujer
El amor de los románticos hacia la mujer es visto de dos formas distintas: 

  • La primera, una relación muy sentimental, normalmente ligada a sentimientos como la melancolía y considerando el amor como algo inalcanzable.
  • La segunda, un sentimiento de pasión desenfrenada y arrebatadora, que normalmente va ligado a la rebeldía por lo establecido y suele acarrear finales trágicos.
Los románticos idealizan el amor hasta el punto de considerarlo como algo absoluto que intentan conseguir.
                     - ¿Qué sentimientos le provoca esta relación?
Por un lado: la melancolía, tristeza, desolación, amargura, etc. Por otro lado: la pasión, los anhelos, la rebeldía, etc.

                     1.3.9- Identifica estos temas en el poema de Espronceda La Canción del pirata: di en qué versos los localizas explicando lo que dice en ellos. 

                          Con diez cañones por banda,   /1                      
viento en popa a toda vela,
no corta el mar, sino vuela,
un velero bergantín;
bajel pirata que llaman   /5
por su bravura el Temido
en todo el mar conocido
del uno al otro confín. 
  • La naturaleza aparece exaltada cuando describe el  viento y el mar.
  • La libertad aparece identificada con el mar, ya que casi puede decir que vuela con su barco porque puede hacer lo que quiera.
  • También hay referencias a la rebeldía porque es una persona temida por todos.
 
           
          La luna en el mar riela,            
en la lona gime el viento   /10
        y alza en blando movimiento
olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,
     cantando alegre en la popa,
         Asia a un lado, al otro Europa,   /15
     Y allá a su frente Estambul:
  • La libertad aparece en esta estrofa porque el pirata da a entender que se encuentra por encima de las civilizaciones.
  • Hay referencias a la naturaleza. Describe el mar y el viento, otra vez, exaltándolos.



                                   -Navega, velero mío,             
                                           sin temor             
que ni enemigo navío,
   ni tormenta, ni bonanza    /20
       tu rumbo a torcer alcanza, 
ni a sujetar tu valor. 
  • Individualismo: el autor repite por todo el poema adjetivos posesivos en primera persona para dar importancia al pirata por encima de todo lo demás.
  • Rebeldía: el pirata dice que no hay nadie ni nada capaz de pararle.
  • Libertad: da a entender que puede hacer todo aquello que se le antoje.


Veinte presas
hemos hecho
a despecho   /25
del inglés
y han rendido
sus pendones
cien naciones
a mis pies.  /30
  • Rebeldía: el pirata dice que se enfrenta a distintos países que se han puesto en su camino.
  • Individualismo: nos indica que él solo puede con todo sin ayuda de nadie.
           


Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.
  • Libertad: el pirata dice que no responde ante nadie y puede hacer lo que quiere porque es libre.




Allá muevan feroz guerra  /35
ciegos reyes
por un palmo más de tierra,
que yo tengo aquí por mío
cuanto abarca el mar bravío
a quien nadie impuso leyes.  /40
  • Libertad: identifica la tierra con la falta de libertad a diferencia del mar, donde todo el mundo es libre y no hay normas.




Y no hay playa
sea cualquiera,
ni bandera
de esplendor,
que no sienta  /45
mi derecho
y dé pecho
a mi valor
  • Rebeldía: da a entender que tiene el derecho de hacer lo que quiera.
  • Individualismo: siente que tiene derecho a ir donde quiera y todo el mundo conoce su valor.



Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;  /50
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.


A la voz de ¡barco viene!,
es de ver
cómo vira y se previene  /55
a todo trapo a escapar:
que yo soy el rey del mar
y mi furia es de temer. 
  • Rebeldía e individualismo: Él se enfrenta a todo enemigo y estos le temen.
  • Libertad: se siente el rey del mar.


En las presas
yo divido  /60
lo cogido
por igual:
sólo quiero
por riqueza
la belleza  /65
sin rival.
  • Idealización de la realidad: quiere alcanzar el absoluto, sin preocuparse por lo material.




Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.  /70

¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río:            
no me abandone la suerte,
y al mismo que me condena
colgaré de alguna antena  /75
quizá en su propio navío.
  • Rechazo del mundo: no le importa la vida.
  • Rebeldía: está sentenciado a muerte pero no le importa.
  • Individualismo: se siente superior a los que le condenan.



                                        Y si caigo,             
¿qué es la vida?
Por perdida
ya la di  /80
cuando el yugo
del esclavo
como un bravo sacudí.
  • Rechazo del mundo: no le importa la vida.
  • Libertad: ya no tiene que hacer lo que le digan como si fuera un esclavo.
  • Rebeldía: consiguió escapar de la vida en tierra firme en la que no era libre.



                               Que es mi barco mi tesoro,                         
que es mi Dios la libertad;  /85
  mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar.

Son mi música mejor
aquilones,
el estrépito y temblor  /90
de los cables sacudidos
del negro mar los bramidos
y el rugir de mis cañones.
  • Naturaleza: es el medio en el que el pirata se siente completamente libre.
  • Evasión: se evade del mundo real, refugiándose en su barco y el mar.




Y del trueno
al son violento,  /95
y del viento,
al rebramar,
yo me duermo
sosegado,
arrullado  /100
por el mar.
  • Naturaleza: medio en el que se siente libre.
  • Evasión: se evade de su realidad y se refugia en el mar.



Que es mi barco mi tesoro,
que es mi Dios la libertad;
mi ley, la fuerza y el viento;
mi única patria, la mar. /105

INDIVIDUALISMO: A lo largo del poema, el autor solo escribe acerca del pirata y lo que el pirata siente y hace, enfocándose claramente en su persona, por lo que podría considerarse individualista. Por ejemplo, en los versos 45, 46, 47 y 48 ensalza el valor del pirata por encima de todo.  
IRRACIONALISMO: En los versos 53, 54, 55 y 56 el autor describe el barco como un ser autónomo que dirige sus propios movimientos. Pasa lo mismo en los versos 17, 18, 19, 20, 21 y 22 en los que el pirata habla al barco como si de una persona se tratase.
LA LIBERTAD: En los versos 17, 18, 19, 20, 21 y 22 hay una clara referencia a la libertad, ya que el pirata dice que no habrá motivo en mundo que cambie el rumbo de su barco, por lo que él es libre de dirigirse hacia donde quiere sin responder ante nadie. Además, en los versos 31, 32, 33, 34 y 35, que se repiten por todo el poema, se ve otra referencia a este tema, ya que dice que no sigue las directrices de nadie, no sigue a Dios alguno y hace lo que quiere porque es libre. En los versos 77, 78, 79, 80, 81, 82 y 83 también indica que no le importa morir, porque ya por lo menos es libre y no es esclavo de nadie.  
EL RECHAZO DEL MUNDO: En los versos 35, 36, 37, 38, 39 y 40 el pirata se desentiende de un mundo en el que los reyes se pelean por cada palmo de tierra, mientras que él prefiere vivir en el mar, ya que allí tiene todo el espacio del mundo y puede vivir libre.
LA REBELDÍA: Al escribir sobre un pirata, ya de por sí podría considerarse como un acto de rebeldía hacia el orden establecido por parte del autor, porque evocar a personajes marginales de la sociedad era una de las formas que tenían los románticos de rebelarse. Además, en los versos 71, 72, 73, 74, 75 y 76 hay una referencia a la rebeldía, ya que el pirata dice que todo aquel que le condene, acabará pereciendo.
LA EVASIÓN: En este poema, Espronceda decide evadirse de su realidad escribiendo sobre un pirata que surca los mares y es libre de recorrer el mundo y de hacer lo que quiera. En los versos 13, 14, 15 y 16 podemos leer que el capitán pirata se encuentra en algún lugar cercano a la ciudad turca de Estambul, que está en la misma frontera entre Europa y Asia, lejos, lógicamente, de España.  
LA NATURALEZA: La naturaleza juega un papel importante en el Romanticismo y no es menos  en este poema. En los versos 9, 10, 11 y 12, el autor nos explica la escenografía que rodea al bergantín del pirata en el momento en el que está navegando. Nos cuenta que es de noche (clásico del Romanticismo), el viento sopla fuerte y las olas se levantan al pasar el barco. También en los versos 94, 95, 96, 97, 98, 99, 100 y 101 hay alguna referencia hacia la naturaleza, explicando que el pirata se duerme por el movimiento del mar durante una tormenta en la que se oyen truenos y el viento sopla fuerte. 
EL AMOR: En este poema no hay amor hacia otra persona, sino quizá se podría considerar que el autor habla de amor hacia el estilo de vida del pirata, su barco, el mar, etc.
 
                                     2-EL  ROMANTICISMO EN ESPAÑA

 2.1- CONTEXTO HISTÓRICO:





                    2.1.1- Explica las circunstancias históricas concretas de España que hicieron que el Romanticismo llegara más tarde: qué régimen político había hasta 1808, qué paso este año, quiénes eran los afrancesados, qué eran las Cortes de Cádiz,  qué ocurrió después de la Guerra de Independencia, hasta que año duró el Absolutismo, qué régimen político sucedió al Absolutismo.
Hasta 1808, la monarquía absoluta de Carlos IV gobernaba España. Pero ese mismo año, Napoleón invadió el país para instaurar un estado satélite que fuera gobernado por su hermano, José Bonaparte, dando comienzo a la Guerra de Independencia, que enfrentó también a partidarios de la expulsión de los franceses y a partidarios de estos, conocidos como afrancesados. Eran españoles que defendían la ocupación francesa, ya que creían que José Bonaparte traería el progreso y las reformas de la Revolución Francesa al país.
Tras la invasión, se empezaron a organizar una serie de asociaciones populares, conocidas como Juntas Provinciales, que tenían como objetivo expulsar a los franceses. En 1812 se reunieron las Cortes de Cádiz (todas las Juntas) para proclamar una constitución de corte liberal conocida comúnmente como La Pepa. Finalmente, con el apoyo de las Juntas, la guerra terminó y Fernando VII (hijo de Carlos IV) recuperó el trono. Pero al alcanzar el poder, decidió abolir la Constitución de 1812 y restablecer el absolutismo.
Entre 1820 y 1923 (período conocido como Trienio Liberal) fue el único momento de su reinado en el que tuvo que aceptar la Constitución. Pero tras su muerte en 1833, su hija, Isabel, a pesar de que llegó al poder gracias a los liberales que la apoyaron, continuó con el régimen absolutista hasta que en 1868 tuvo lugar la Revolución Gloriosa, que instauró una monarquía constitucional.
Debido al régimen político tan represivo que había y al atraso económico, el Romaticismo tuvo lugar en España bastante más tarde que en el resto de Europa.
                     2.1.2- ¿Cuánto tiempo duró el Romanticismo español?
Este movimiento tuvo lugar en España entre los años 1814 (polémica entre Nicolás Böhl de Faber y Mora en la prensa de Cádiz) y 1849 (La gaviota, de Fernán Caballero, es publicada). Estas fechas no son del todo exactas ya que se pueden encontrar obras posteriores a 1849 que son románticas.  
              2.2- LA POESÍA:
                     2.2.1- ¿Qué dos etapas se diferencian en la poesía romántica española?

  • Época de plenitud (1834- 1845): En esta época predomina la poesía de un estilo muy exaltado y pasional, se introducen los temas románticos y se intenta que el lector sienta aquellos sentimientos que el poeta quiere plasmar en su obra. Dejándose llevar muchas veces por el irracionalismo y la inspiración.
  • Romanticismo tardío (1850- 1870): La poesía romántica entra en una crisis que dará paso al Realismo. En este período de transición, se cambiará el lenguaje grandilocuente y exaltado por otro más íntimo que busca conmover al lector.
                     2.2.2- José de Espronceda: 

                     - ¿Qué datos biográficos le convierten en un auténtico romántico?
Tuvo una vida muy corta, pero intensa, ya que fue condenado al exilio en varias ocasiones. Fue un liberal acérrimo, que participó activamente en la política española y se oponía al régimen absolutista. Por ello era muy rebelde, ya que llegó inclusó a participar en las oleadas revolucionarias de 1830 en París. También tuvo una aventura amorosa con una mujer casada. Estos factores lo convierten en un auténtico romántico. 
                     - ¿Quiénes eran los protagonistas de sus poemas?
Los protagonistas de sus poemas solían ser personajes marginales como los mendigos o los piratas, pero también hombres seductores donjuanescos.
                     - Pon el título de algunos de sus poemas
El Diablo mundo, La canción del pirata, A Jarifa en una orgía, El verdugo, El mendigo, El reo de muerte, Canción del cosaco, etc. 
               
                                                                         
                    2.2.3- Rosalía de Castro: 
         
                    -  Títulos de sus libros de poemas
Cantares gallegos, Follas novas y En las orillas del Sar.
                    - ¿En qué lenguas están escritos?
Cantares gallegos y Follas Novas están escritos en gallego, mientras que En las orillas del Sar está escrito en castellano.
                    - ¿Por qué su obra es tan importante para la lengua gallega?
Porque el gallego estaba totalmente desprestigiado como lengua y el castellano era considerado el idioma culto. Además no había ninguna obra escrita previamente en esta lengua desde la lírica galaico-portuguesa de la Edad Media, por tanto había que empezar de cero. Con su obra, Rosalía de Castro otorgó prestigio al gallego al usarlo en su lírica. 
                    - Temas de su obra poética
Cantares gallegos- Se diferencian cuatro grupos de poemas por sus temas:

  • Temática costumbrista: Poemas en los predominan el uso de creencias, personajes o devociones característicos de la cultura gallega.
  • Temática socio-patriótica: Poemas en los que aparece reflejada la emigración en Galicia, la explotación de los gallegos y reivindica mayor justicia social para este colectivo.
  • Temática amorosa: Poemas en los que se muestran diferentes maneras de vivir el amor por parte de diferentes personajes del pueblo.
  • Temática intimista: Poemas en los que la propia autora expresa sus sentimientos.
Follas novas- Hay dos núcleos temáticos bien diferenciados:

  • Poesía subjetiva: Poemas en los que la autora trata temas como el pesimismo y la angustia.
  • Poesía objetiva: Poemas en los que la autora trata temas como la emigración de los gallegos y la injusticia social.  
En las orillas del Sar- En este libro trata su propia experiencia personal desde un punto de vista bastante pesimista y melancólico y utiliza temas como la soledad, la tristeza, el amor, el odio y la madurez.       
                                                
                                               
  
   
                                                                                                                                    Río Sar
                         Tumba                                                                                                                                                                                                                           
                                                                                                                       
                2.2.4- Gustavo Adolfo Bécquer:
         
                - ¿ Qué datos biográficos le convierten en un auténtico romántico?
Tuvo una vida muy corta marcada por una serie de sucesos trágicos que afectaron a su personalidad, como por ejemplo la tuberculosis que sufrió desde el año 1857 hasta su muerte, ya que nunca se curó. Pero algo que realmente influenció su vida fue el amor que sentía por Julia Espín, que no era correspondido y le hacía sentir una gran desesperación que plasmó en varios de sus poemas, y también la muerte de su hermano, que le desoló por completo. Además vivió verdaderas situaciones de pobreza a lo largo de su vida. Por estos factores, Bécquer puede ser considerado un auténtico romántico.   
                -  Temas de las Rimas
Las Rimas de Bécquer se pueden agrupar en cuatro grupos dependiendo de sus temas:

  • Sobre la poesía (de la I a la VIII): Estas composiciones tratan sobre la poesía en sí misma y el lugar del poeta. Bécquer concibe la poesía como un instrumento para expresar una serie de sentimientos que van más allá del propio poeta pero no encuentra palabras para hacerlo y nota que no puede expresar por la palabra todo lo que siente.
  • El amor gozoso e ilusionado (de la IX a la  XXIX): Estas composiciones tratan sobre el amor en su fase de felicidad y disfrute. El autor identifica este sentimiento con la propia mujer amada e incluso con la poesía, que pasan a designar para él una misma realidad que es prácticamente inalcanzable e idealizada.
  • El dolor del amor (de la XXX a la LIV): Estas composiciones tratan sobre el concepto contrario de amor con respecto al tema anterior. Un sentimiento que desespera, que trae desolación e incomprensión a la persona que no es correspondida (que llega en muchos casos a desear la muerte). La tristeza y el desengaño de un amor fracasado son el tema central de este grupo de composiciones.
  • La desolación y la muerte (de la LV a la LXVII): En estas composiciones, Bécquer reflexiona sobre la vida sin amor, a la que no encuentra sentido y quiere que le alcance la muerte. Trata temas como la soledad, la falta de ganas de vivir, la muerte, la melancolía, etc. Llega a concebir su vida como un cúmulo de desgracias y nota que se va consumiendo entre una angustia y una soledad cada vez mayores. También reflexiona sobre la muerte, a la que en ocasiones ve como una forma de liberación del valle de lágrimas que es la vida y otras veces como un final terrorífico en el que perderá su memoria individual y tiene miedo de que su paso por la tierra no deje nada para la posteridad.  

                - ¿Qué tenía de novedoso en la poesía española el lenguaje empleado en este libro?
El lenguaje que usa Bécquer es más íntimo y no tan grandilocuente como el empleado por otros poetas y autores románticos. Utiliza casi siempre rima asonante y sus poemas son bastante más cortos que otros de autores contemporáneos, también es más natural, sencilla y algo seca. utiliza mucho una métrica bastante corta a diferencia de los pomposos poemas románticos españoles. Fue, de hecho, uno de los últimos autores románticos españoles. 
                  
                                                                   
        - A continuación tienes dos poemas de Bécquer que representan perfectamente sus temas y su lenguaje. Léelos y responde a las siguientes preguntas:

        1- ¿A cuál de los temas del libro de los que has hablado antes pertenecería este poema?
Este poema pertenece al primer grupo, que son las composiciones que tratan sobre la poesía y la propia figura del poeta, en las que Bécquer intenta expresar con palabras su vida y sus sentimientos en sus composiciones pero ve que no encuentra palabras muchas veces para hacerlo. 
        2- ¿Qué reflexión hace Bécquer sobre él y sobre su vida?
Reflexiona sobre el futuro de su vida con una serie de metáforas con las que intenta explicar que no sabe qué pasará ni dónde le llevarán las decisiones que toma.
También indica que está desorientado en su vida y no sabe que rumbo seguir.
        3- Fíjate en que todo el poema es una sucesión de término imaginarios (una saeta, una hoja, una ola, una luz). ¿Cuál crees que es el término real y en qué parte del poema aparece?
El término real es él y así lo manifiesta en la última estrofa del poema, donde identifica todos esos elementos (la saeta, la hoja, la ola y la luz) con él mismo y su vida.
        4- ¿Qué tienen en común el poeta y esas cuatro cosas?
Que nadie sabe qué destino le aguarda a ninguna de esas cosas y pasa lo mismo con él, ya que no sabe qué le deparará el porvenir.
        5- El paralelismo es un recurso literario que consiste en repetir la misma estructura sintáctica de una frase. Escribe todos aquellos versos que sean paralelos entre sí

  • Saeta que voladora/ hoja que del árbol seca/ gigante ola que el viento/ luz que en cercos temblorosos- Sintagmas nominales seguidos de "que".
  • cruza, arrojada al azar,/ arrebata el vendaval,/ riza y empuja en el mar,/ brilla, próxima a expirar,/ cruzo el mundo sin pensar- Sintagmas verbales, menos "arrebata el vendaval" que lleva el sujeto detrás del verbo.
  • y que no se sabe dónde/ y que no se sabe de ellos- Conjunción "y" seguida del pronombre relativo "que" y sintagmas verbales. 
  • temblando se clavará;/ donde al polvo volverá;/ qué playa buscando va;/ cuál el último será;/ mis pasos me llevarán- Todos acaban con un sintagma verbal.
  • riza y empuja en el mar,/ y rueda y pasa, y se ignora- Conjunción "y" seguida de sintagmas verbales.
Las cuatro primeras estrofas siguen el mismo patrón.
  • Versos 1 y 2: Término imaginario- que. En estos versos indica en qué consiste la existencia de los distintos objetos que identifica con él mismo en la última estrofa.
  • Verso 3: Bécquer explica que hay algo que se desconoce de los objetos y en la última estrofa, de su vida.
  • Verso 4: Aquí nos termina de explicar qué es aquello del futuro que se desconoce en cada uno de los objetos y finalmente en su vida.   


                                                                    RIMA II

                                                         Saeta que voladora
                                                         cruza, arrojada al azar,
                                                         y que no se sabe dónde
                                                         temblando se clavará;  


                                                          hoja que del árbol seca
                                                         arrebata el vendaval,
                                                         sin que nadie acierte el surco
                                                         donde al polvo volverá;  
 

                                                           gigante ola que el viento
                                                          riza y empuja en el mar,
                                                          y rueda y pasa, y se ignora
                                                          qué playa buscando va;

                                                          luz que en cercos temblorosos
                                                          brilla, próxima a expirar,
                                                          y que no se sabe de ellos
                                                          cuál el último será;  


                                                          eso soy yo, que al acaso
                                                          cruzo el mundo sin pensar
                                                          de dónde vengo ni a dónde
                                                          mis pasos me llevarán.


        1- Compara la forma de hacer metáforas del poema anterior con este: ¿qué tienen en común?
Que Bécquer escribe una serie de elementos con los que identifica la situación que quiere expresar. En el poema anterior era su futuro incierto y en este es la relación de cercanía entre las dos almas de los amantes.
        2- Según este poema, ¿en qué consiste el amor para Bécquer?
En una relación entre dos personas que se juntan formando una unión llegando incluso a confundirse en un solo ser.
El amor consiste en la destrucción del individuo para formar un ser superior.
        3- ¿Encuentras paralelismo en este poema?¿Dónde?

  • Dos rojas lenguas de fuego/ Dos notas que del laúd/ Dos olas que vienen juntas/ Dos jirones de vapor/ Dos ideas que al par brotan;/ dos besos que a un tiempo estallan,/ dos ecos que se confunden.- Comienzan con sintagma nominal y van seguidos de un sintagma verbal o complementos del nombre.
  • Y en el espacio se encuentran/ y armoniosas se abrazan./ y que al romper se coronan.- Conjunción "y" seguida de sintagmas verbales.
  • Forman una sola llama./ forman una nube blanca.- Sintagmas verbales
En las cuatro primeras estrofas se repite el mismo patrón:
  • Verso 1: nos introduce el término imaginario que identificará con su alma y la de su amante al final.
  • Verso 2: nos explica cómo nacen y se forman los elementos que son el término imaginario.
  • Verso 3: nos dice que se juntan dos elementos iguales.
  • Verso 4: se unen, pero para ello, dejan de ser elementos individuales para ser algo superior.


                                                                   RIMA XXIV
                         
                                                          Dos rojas lenguas de fuego
                                                          que a un mismo tronco enlazadas
                                                          se aproximan y, al besarse,
                                                          forman una sola llama. 
                       

                                                           Dos notas que del laúd
                                                           a un tiempo la mano arranca,
                                                           y en el espacio se encuentran
                                                           y armoniosas se abrazan. 


                                                            Dos olas que vienen juntas
                                                           a morir sobre una playa
                                                           y que al romper se coronan
                                                           con un penacho  de plata. 


                                                             Dos jirones de vapor
                                                            que del lago se levantan
                                                            y, al juntarse allá en el cielo,
                                                            forman una nube blanca. 


                                                            Dos ideas que al par brotan;
                                                            dos besos que a un tiempo estallan,
                                                            dos ecos que se confunden;
                                                            eso son nuestras dos almas.



               2.3- EL ENSAYO:

                      2.3.1-Mariano José de Larra:

                  - Vida y personalidad: ¿Cuándo y dónde nació Mariano José de Larra? ¿Por qué su familia tuvo que exiliarse? ¿Cuándo vuelve a España? ¿Cuál era su ideología política? ¿A qué se dedicó profesionalmente? ¿Qué frustraciones en su vida influyeron en su personalidad decepcionada típica del Romanticismo? ¿Cuándo y en qué circunstancias muere? ¿Te parece una forma de morir típica del Romanticismo?¿Por qué?
Mariano José de Larra nació en el año 1809, en plena Guerra de la Independencia, en Madrid. Su padre trabajó de cirujano del ejército francés, así que cuando la guerra terminó, él y su familia tuvieron que emigrar a Francia. Volvieron en el año 1818 gracias a la amnistía concedida por Fernando VII. Era de ideología liberal y se dedicó durante su vida a escribir artículos periodísticos criticando la sociedad española de la época. También publicó alguna novela y alguna obra de teatro.
Hubo varios sucesos a lo largo de su vida que influyeron en su personalidad. El primero fue que, cuando estudiaba, se enamoró de una mujer bastante mayor que él, pero para su sorpresa, era la amante de su padre. Unos años después, se casó con una dama que nunca amó y de la que finalmente se separó, después de haber tenido tres hijos con ella. Durante ese período se enamoró de otra mujer, Dolores Armijo, con quien mantuvo relaciones amorosas hasta su muerte. También influyó en su personalidad la realidad política española, con la que cada vez estaba más decepcionado.
Larra decidió acabar con su vida de un disparo de pistola en el corazón en febrero de 1837, cuando tenía tan solo 27 años, tras una discusión con Dolores Armijo. Ese no fue el único motivo de su muerte, también influyeron en él otros factores que acabaron por llevarle a este trágico fin. 
A pesar de todo, podríamos decir que es una manera romántica de morir, ya que fue su forma desesperada de evadirse de una realidad con la que no podía vivir y de la que se sentía insatisfecho.
  




                 - ¿En qué se diferencian los artículos de costumbres de Larra de los de otros contemporáneos suyos como Mesonero Romanos?  Escribe cinco títulos. ¿Qué costumbres españolas no le gustaban? ¿Qué pretende hacer con estos artículos? 
En vez de plasmar simplemente las costumbres de la época como hicieron otros contemporáneos suyos como Mesonero Romanos, Larra se centró en criticar esas costumbres y tipos de la sociedad española mostrando a los lectores la cara negra del país con el fin de promover el cambio social y la reforma de este. 
Ejemplos: "Vuelva Ud. mañana", "El castellano viejo", "Modos de vivir que no dan de vivir", "El casarse pronto y mal", "Lo que no se puede decir, no se debe decir", etc.
Larra criticaba: el comportamiento grosero y altanero y la falta de modales; la vanidad, la hipocresía y la ineducación de la sociedad; el sistema educativo de la época; el sistema penitenciario y la pena de muerte; la burocracia española, debido a su escasa diligencia; el comportamiento de individuos autodefinidos como francos, que se comportan a la antigua usanza y la corrupción de la sociedad de su tiempo. 
Con estos artículos, Larra pretende exponer las verdades de la sociedad española a los lectores con afán de reformarla y retratar sus defectos.    

                        - Lee estos artículos y contesta las siguientes preguntas: 

                                                    EL CASTELLANO VIEJO 

1-¿Qué dice Larra sobre el estado del pavimento de las calles madrileñas?
Que no se puede caminar ensimismado por ellas debido a que se puede tropezar fácilmente.
2- ¿Qué le hizo salir de sus pensamientos?
Una palmada que le dio Braulio, un conocido suyo, en el hombro.
3- ¿Qué hizo luego ese conocido para presentarse?
Le puso las manos en los ojos y le preguntó varias veces si sabía quién era. Entonces el narrador le reconoció. 
4-¿A qué le invita?
Le invita a comer a su casa, pero el narrador declina la invitación.
5-¿Cómo se toma su negativa?
Se ofende y le dice que tiene que ir si no quiere que se enfade con él, así que el narrador finalmente acepta.
6-¿A qué clase social pertenece Braulio? Por tanto, ¿su falta de modales obedece a que no ha tenido acceso a la educación?
Pertenece a una clase media algo acomodada, con medios económicos más que suficientes, por lo que podría haber tenido mejores modales y mejor educación.
7-¿En qué consiste su patriotismo?
En decir que todo lo que hay en España está perfecto y rechazar todo lo que venga del extranjero porque lo de aquí, a su parecer, le da mil vueltas.
8-¿A qué hora empiezan a comer?
Entre una cosa y la otra, se sientan a la mesa a las cinco de la tarde, pero no empiezan a comer hasta un rato después.
10-¿Qué se imagina que va a pasar en la comida para que le proponga a Larra que se cambie de chaqueta? ¿Qué piensa Larra de esto?
Que probablemente se iba a acabar manchando el frac. Larra piensa que no era necesario porque no pensaba que fuera a mancharse.
11-¿Fueron todos los que estaban invitados?
No, faltaron, de hecho, todos aquellos que Braulio le había prometido a Larra que acudirían para amenizar la comida.
12-¿Estaban sentados cómodamente?¿Por qué?
No, porque estaban comiendo catorce personas en una mesa para ocho, así que se encontraban muy juntos entre sí. 
13-¿Cómo les recomendó Braulio que comieran? ¿Qué hizo él como ejemplo de este consejo?
Les dijo que comieran sin comportarse fingiendo ser finos. Como ejemplo, cogió su cuchara y se sirvió de la sopa.
14-¿Cuál es el motivo, según Larra, de que la comida resultara un deseastre en todos los sentidos?
Que todo el mundo intentaba hacer que era fino sin serlo y todos intentaban obsequiarle constantemente sin dejarle que hiciera lo que quisiera. También, era un desastre debido a que intentaban hacer de los convites un acontecimiento en el que no se comportaban igual que en su vida normal, sino que intentaban parecer de clase alta.
15-¿Qué hacían los convidados que tanto asco le daba a Larra: el niño, el gordo, doña Juana?
El niño tiraba huesos de cerezas a los ojos de los comensales y también tiró uno de aceituna en un plato de magras con tomate, con tan mala fortuna que una de ellas salió disparada y le dio en un ojo a Larra; el gordo iba dejando al lado de su pan los huesos de aceitunas y los restos de la carne que estaba comiendo y doña Juana, que tenía los dientes negros y amarillos, le dio a probar una fineza de su propio tenedor, que había usado durante toda la comida.
Para Larra, todo sale mal porque cree que lo que se hace mal todos los días no se puede hacer exitosamente en una ocasión especial.
16- Explica el incidente del capón
Uno de los comensales, que se encontraba cortando un capón, se le resbaló el tenedor y el animal salió despedido hasta caer en el mantel y derramó un surtidor de caldo que manchó la camisa de Larra. Después el comensal se levantó a por el capón y sin querer tiró una botella de vino sobre este. Finalmente, una criada recogió el estropicio, pero mientras lo transportaba, goteó encima de Larra.
17-¿Cómo termina el convite para Larra?
Para terminar, le hacen recitar unos versos a Larra, ya que es el único poeta.       

 Andábame días pasados por esas calles a buscar materiales para mis artículos. Embebido en mis pensamientos, me sorprendí varias veces a mí mismo riendo como un pobre hombre de mis propias ideas y moviendo maquinalmente los labios; algún tropezón me recordaba de cuando en cuando que para andar por el empedrado de Madrid no es la mejor circunstancia la de ser poeta ni filósofo; más de una sonrisa maligna, más de un gesto de admiración de los que a mi lado pasaban, me hacía reflexionar que los soliloquios no se deben hacer en público; y no pocos encontrones que al volver las esquinas di con quien tan distraída y rápidamente como yo las doblaba, me hicieron conocer que los distraídos no entran en el número de los cuerpos elásticos, y mucho menos de los seres gloriosos e impasibles. En semejante situación de mi espíritu, ¿qué sensación no debería producirme una horrible palmada que una gran mano, pegada (a lo que por entonces entendí) a un grandísimo brazo, vino a descargar sobre uno de mis hombros, que por desgracia no tienen punto alguno de semejanza con los de Atlante?

No queriendo dar a entender que desconocía este enérgico modo de anunciarse, ni desairar el agasajo de quien sin duda había creído hacérmele más que mediano, dejándome torcido para todo el día, traté sólo de volverme por conocer quien fuese tan mi amigo para tratarme tan mal; pero mi castellano viejo es hombre que cuando está de gracias no se ha de dejar ninguna en el tintero. ¿Cómo dirá el lector que siguió dándome pruebas de confianza y cariño? Echome las manos a los ojos y sujetándome por detrás:



-¿Quién soy? -gritaba alborozado con el buen éxito de su delicada travesura-. ¿Quién soy?
«Un animal», iba a responderle; pero me acordé de repente de quién podría ser, y sustituyendo cantidades iguales:
-Braulio eres -le dije.
Al oírme, suelta sus manos, ríe, se aprieta los ijares, alborota la calle y pónenos a entrambos en escena.
-¡Bien, mi amigo! ¿Pues en qué me has conocido?
-¿Quién pudiera sino tú...?
-¿Has venido ya de tu Vizcaya?
-No, Braulio, no he venido.
-Siempre el mismo genio. ¿Qué quieres?, es la pregunta del español. ¡Cuánto me alegro de que estés aquí! ¿Sabes que mañana son mis días?
-Te los deseo muy felices.
-Déjate de cumplimientos entre nosotros; ya sabes que yo soy franco y castellano viejo: el pan pan y el vino vino; por consiguiente exijo de ti que no vayas a dármelos; pero estás convidado.
-¿A qué?
-A comer conmigo.
-No es posible.
-No hay remedio.
-No puedo -insisto ya temblando.
-¿No puedes?
- Gracias.
  -¿Gracias? Vete a paseo; amigo, como no soy el duque de F..., ni el conde de P...
¿Quién se resiste a una sorpresa de esta especie? ¿Quién quiere parecer vano?
-Pues si no es eso -me interrumpe-, te espero a las dos; en casa se come a la española; temprano.
Tengo mucha gente: tendremos al famoso X., que nos improvisará de lo lindo; T. nos cantará de sobremesa una rondeña con su gracia natural; y por la noche J. cantará y tocará alguna cosilla.
Esto me consoló algún tanto, y fue preciso ceder: un día malo, dije para mí, cualquiera lo pasa; en este mundo para conservar amigos es preciso tener el valor de aguantar sus obsequios.
-No faltarás, si no quieres que riñamos.
-No faltaré -dije con voz exánime y ánimo decaído, como el zorro que se revuelve inútilmente dentro de la trampa donde se ha dejado coger.
-Pues hasta mañana -y me dio un torniscón por despedida.
Vile marchar como el labrador ve alejarse la nube de su sembrado, y quedeme discurriendo cómo podían entenderse estas amistades tan hostiles y tan funestas.
Ya habrá conocido el lector, siendo tan perspicaz como yo le imagino, que mi amigo Braulio está muy lejos de pertenecer a lo que se llama gran mundo y sociedad de buen tono, pero no es tampoco un hombre de la clase inferior, puesto que es un empleado de los de segundo orden, que reúne entre su sueldo y su hacienda cuarenta mil reales de renta; que tiene una cintita atada al ojal y una crucecita a la sombra de la solapa; que es persona, en fin, cuya clase, familia y comodidades de ninguna manera se oponen a que tuviese una educación más escogida y modales más suaves e insinuantes. Mas la vanidad le ha sorprendido por donde ha sorprendido casi siempre a toda o a la mayor parte de nuestra clase media, y a toda nuestra clase baja. Es tal su patriotismo, que dará todas las lindezas del extranjero por un dedo de su país. Esta ceguedad le hace adoptar todas las  responsabilidades de tan inconsiderado cariño; de paso que defiende que no hay vinos como los españoles, en lo cual bien pude de tener razón, defiende que no hay educación como la española, en lo cual bien pudiera no tenerla; a trueque de defender que el cielo de Madrid es purísimo, defenderá que nuestras manolas son las más encantadoras de todas las mujeres: es un hombre, en fin, que vive de exclusivas, a quien le sucede poco más o menos lo que a una parienta mía, que se muere por las jorobas sólo porque tuvo un querido que llevaba una excrecencia bastante visible sobre entrambos omóplatos.
No hay que hablarle, pues, de estos usos sociales, de estos respetos mutuos, de estas reticencias urbanas, de esa delicadeza de trato que establece entre los hombres una preciosa armonía, diciendo sólo lo que debe agradar y callando siempre lo que puede ofender. Él se muere «por plantarle una fresca al lucero del alba», como suele decir, y cuando tiene un  resentimiento, se le «espeta a uno cara a cara». Como tiene trocados todos los frenos, dice de los cumplimientos que ya sabe lo que quiere decir «cumplo» y «miento»; llama a la urbanidad hipocresía, y a la decencia monadas; a toda cosa buena le aplica un mal apodo; el lenguaje de la finura es para él poco más que griego: cree que toda la crianza está reducida a decir «Dios guarde a ustedes» al entrar en una sala, y añadir «con permiso de usted» cada vez que se mueve; a preguntar a cada uno por toda su familia, y a despedirse de todo el mundo; cosas todas que así se guardará él de olvidarlas como de tener pacto con franceses. 
Llegaron las dos, y como yo conocía ya a mi Braulio, no me pareció conveniente acicalarme demasiado para ir a comer; estoy seguro de que se hubiera picado; no quise, sin embargo, excusar un frac de color y un pañuelo blanco, cosa indispensable en un día de días en semejantes casas; vestime sobre todo lo más despacio que me fue posible, como se reconcilia al pie del suplicio el infeliz reo, que quisiera tener cien pecados más que contar para ganar tiempo; era citado a las dos, y entré en la sala a las dos y media.
No quiero hablar de las infinitas visitas ceremoniosas que antes de la hora de comer entraron y salieron en aquella casa, entre las cuales no eran de despreciar todos los empleados de su oficina, con sus señoras y sus niños, y sus capas, y sus paraguas, y sus chanclos, y sus perritos; dejome en blanco los necios cumplimientos que se dijeron al señor de los días; no hablo del inmenso círculo con que guarnecía la sala el concurso de tantas personas heterogéneas, que hablaron de que el tiempo iba a mudar, y de que en invierno suele hacer más frío que en verano. Vengamos al caso: dieron las cuatro y nos hallamos solos los convidados. Desgraciadamente para mí, el señor de X., que debía divertirnos tanto, gran conocedor de esta clase de convites, había tenido la habilidad de ponerse malo aquella mañana; el famoso T. se hallaba oportunamente comprometido para otro convite; y la señorita que tan bien había de cantar y tocar estaba ronca, en tal disposición que se asombraba ella misma de que se la entendiese una sola palabra, y tenía un panadizo en un dedo. ¡Cuántas esperanzas desvanecidas!

-Supuesto que estamos los que hemos de comer -exclamó don Braulio-, vamos a la mesa, querida mía.
-Espera un momento -le contestó su esposa casi al oído-, con tanta visita yo he faltado algunos momentos de allá dentro y...
-Bien, pero mira que son las cuatro.
-Al instante comeremos.

       Las cinco eran cuando nos sentábamos a la mesa.

-Señores -dijo el anfitrión al vernos titubear en nuestras respectivas colocaciones-, exijo la mayor franqueza; en mi casa no se usan cumplimientos. ¡Ah, Fígaro!, quiero que estés con toda comodidad; eres poeta, y además estos señores, que saben nuestras íntimas relaciones, no se ofenderán si te prefiero; quítate el frac, no sea que le manches.


-¿Qué tengo de manchar? -le respondí, mordiéndome los labios.
- No importa, te daré una chaqueta mía; siento que no haya para todos.
-No hay necesidad.
-¡Oh!, sí, sí, ¡mi chaqueta! Toma, mírala; un poco ancha te vendrá.
-Pero, Braulio...
-No hay remedio, no te andes con etiquetas.
      Y en esto me quita él mismo el frac, velis nolis, y quedo sepultado en una cumplida chaqueta rayada, por la cual sólo asomaba los pies y la cabeza, y cuyas mangas no me permitirían comer probablemente. Dile las gracias: ¡al fin el hombre creía hacerme un obsequio!

       Los días en que mi amigo no tiene convidados se contenta con una mesa baja, poco más que banqueta de zapatero, porque él y su mujer, como dice, ¿para qué quieren más? Desde la tal mesita, y como se sube el agua del pozo, hace subir la comida hasta la boca, adonde llega goteando después de una larga travesía; porque pensar que estas gentes han de tener una mesa regular, y estar cómodos todos los días del año, es pensar en lo excusado. Ya se concibe, pues, que la instalación de una gran mesa de convite era un acontecimiento en aquella casa; así que se había creído capaz de contener catorce personas que éramos en una mesa donde apenas podrían comer ocho cómodamente. Hubimos de sentarnos de medio lado, como quien va a arrimar el hombro a la comida,  y entablaron los codos de los convidados íntimas relaciones entre sí con la más fraternal inteligencia del mundo. Colocáronme por mucha distinción entre un niño de cinco años, encaramado en unas almohadas que era preciso enderezar a cada momento porque las ladeaba la natural turbulencia de mi joven adlátere, y entre uno de esos hombres que ocupan en el mundo el espacio y sitio de tres, cuya corpulencia por todos lados se salía de madre de la única silla en que se hallaba sentado, digámoslo así, como en la punta de una aguja. Desdobláronse silenciosamente las servilletas, nuevas a la verdad, porque tampoco eran muebles en uso para todos los días, y fueron izadas por todos aquellos buenos señores a los ojales de sus fraques como cuerpos intermedios entre las salsas y las solapas.

-Ustedes harán penitencia, señores -exclamó el anfitrión una vez sentado-; pero hay que hacerse cargo de que no estamos en Genieys -frase que creyó preciso decir.
Necia afectación es ésta, si es mentira, dije yo para mí; y si verdad, gran torpeza convidar a los amigos a hacer penitencia.

Desgraciadamente no tardé mucho en conocer que había en aquella expresión más verdad de la que mi buen Braulio se figuraba. Interminables y de mal gusto fueron los cumplimientos con que para dar y recibir cada plato nos aburrimos unos a otros.

-Sírvase usted.
-Hágame usted el favor.
-De ninguna manera.
-No lo recibiré.
-Páselo usted a la señora.
-Está bien ahí.
-Perdone usted.
-Gracias.
-Sin etiqueta, señores -exclamó Braulio, y se echó el primero con su propia cuchara.

         Sucedió a la sopa un cocido surtido de todas las sabrosas impertinencias de este engorrosísimo, aunque buen plato; cruza por aquí la carne; por allá la verdura; acá los garbanzos; allá el jamón; la gallina por derecha; por medio el tocino; por izquierda los embuchados de Extremadura. Siguiole un plato de ternera mechada, que Dios maldiga, y a éste otro y otros y otros; mitad traídos de la fonda, que esto basta para que excusemos hacer su elogio, mitad hechos en casa por la criada de todos los días, por una vizcaína auxiliar tomada al intento para aquella festividad y por el ama de la casa, que en semejantes ocasiones debe estar en todo, y por consiguiente suele no estar nada.

-Este plato hay que disimularle -decía ésta de unos pichones-; están un poco quemados.
-Pero, mujer...
-Hombre, me aparté un momento, y ya sabes lo que son las criadas.
-¡Qué lástima que este pavo no haya estado media hora más al fuego! Se puso algo tarde.
-¿No les parece a ustedes que está algo ahumado este estofado?
-¿Qué quieres? Una no puede estar en todo.
-¡Oh, está excelente! -exclamábamos todos dejándonoslo en el plato-. ¡Excelente!
-Este pescado está pasado.
-Pues en el despacho de la diligencia del fresco dijeron que acababa de llegar. ¡El criado es tan bruto!
- ¿De dónde se ha traído este vino?
-En eso no tienes razón, porque es...
-Es malísimo.

         Estos diálogos cortos iban exornados con una infinidad de miradas furtivas del marido para advertirle continuamente a su mujer alguna negligencia, queriendo darnos a entender entrambos a dos que estaban muy al corriente de todas las fórmulas que en semejantes casos se reputan finura, y que todas las torpezas eran hijas de los criados, que nunca han de aprender a servir. Pero estas negligencias se repetían tan a menudo, servían tan poco ya las miradas, que le fue preciso al marido recurrir a los pellizcos y a los pisotones; y ya la señora, que a duras penas había podido hacerse superior hasta entonces a las persecuciones de su esposo, tenía la faz encendida y los ojos llorosos.

-Señora, no se incomode usted por eso -le dijo el que a su lado tenía.
-¡Ah!, les aseguro a ustedes que no vuelvo a hacer estas cosas en casa; ustedes no saben lo que es esto; otra vez, Braulio, iremos a la fonda y no tendrás...
-Usted, señora mía, hará lo que...
-¡Braulio! ¡Braulio!
Una tormenta espantosa estaba a punto de estallar; empero todos los convidados a porfía probamos a aplacar aquellas disputas, hijas del deseo de dar a entender la mayor delicadeza, para lo cual no fue poca parte la manía de Braulio y la expresión concluyente que dirigió de nuevo a la concurrencia acerca de la inutilidad de los cumplimientos, que así llamaba él a estar bien servido y al saber comer. ¿Hay nada más ridículo que estas gentes que quieren pasar por finas en medio de la más crasa ignorancia de los usos sociales; que para obsequiarle le obligan a usted a comer y beber por fuerza, y no le dejan medio de hacer su gusto? ¿Por qué habrá gentes que sólo quieren comer con alguna más limpieza los días de días?
A todo esto, el niño que a mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas a un plato de magras con tomate, y una vino a parar a uno de mis ojos, que no volvió a ver claro en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que había roído; el convidado de enfrente, que se preciaba de trinchador, se había encargado de hacer la autopsia de un capón, o sea gallo, que esto nunca se supo: fuese por la edad avanzada de la víctima, fuese por los ningunos conocimientos anatómicos del victimario, jamás parecieron las coyunturas. «Este capón no tiene coyunturas», exclamaba el infeliz sudando y forcejeando, más como quien cava que como quien trincha. ¡Cosa más rara! En una de las embestidas resbaló el tenedor sobre el animal como si tuviera escama, y el capón, violentamente despedido, pareció querer tomar su vuelo como en sus tiempos más felices, y se posó en el mantel tranquilamente como pudiera en un palo de un gallinero.
       
     El susto fue general y la alarma llegó a su colmo cuando un surtidor de caldo, impulsado por el animal furioso, saltó a inundar mi limpísima camisa: levántase rápidamente a este punto el trinchador con ánimo de cazar el ave prófuga, y al precipitarse sobre ella, una botella que tiene a la derecha, con la que tropieza su brazo, abandonando su posición perpendicular, derrama un abundante caño de Valdepeñas sobre el capón y el mantel; corre el vino, auméntase la algazara, llueve la sal sobre el vino para salvar el mantel; para salvar la mesa se ingiere por debajo de él una servilleta, y una eminencia se levanta sobre el teatro de tantas ruinas. Una criada toda azorada retira el capón en el plato de su salsa; al pasar sobre mí hace una pequeña inclinación, y una lluvia maléfica de grasa desciende, como el rocío sobre los prados, a dejar eternas huellas en mi pantalón color de perla; la angustia y el aturdimiento de la criada no conocen término; retírase atolondrada sin acertar con las excusas; al volverse tropieza con el criado que traía una docena de platos limpios y una salvilla con las copas para los vinos generosos, y toda aquella máquina viene al suelo con el más horroroso estruendo y confusión. «¡Por San Pedro!», exclama dando una voz Braulio difundida ya sobre sus facciones una palidez mortal, al paso que brota fuego el rostro de su esposa. «Pero sigamos, señores, no ha sido nada», añade volviendo en sí.

           ¡Oh honradas casas donde un modesto cocido y un principio final constituyen la felicidad diaria de una familia, huid del tumulto de un convite de día de días! Sólo la costumbre de comer y servirse bien diariamente puede evitar semejantes destrozos.

         ¿Hay más desgracias? ¡Santo cielo! ¡Sí las hay para mí, infeliz! Doña Juana, la de los dientes negros y amarillos, me alarga de su plato y con su propio tenedor una fineza, que es indispensable aceptar y tragar; el niño se divierte en despedir a los ojos de los concurrentes los huesos disparados de las cerezas; don Leandro me hace probar el manzanilla exquisito, que he rehusado, en su misma copa, que conserva las indelebles señales de sus labios grasientos; mi gordo fuma ya sin cesar y me hace cañón de su chimenea; por fin, ¡oh última de las desgracias!, crece el alboroto y la conversación; roncas ya las voces, piden versos y décimas y no hay más poeta que Fígaro.

-Es preciso.
-Tiene usted que decir algo -claman todos.
-Désele pie forzado; que diga una copla a cada uno.
-Yo le daré el pie: «A don Braulio en este día».
-Señores, ¡por Dios!
-No hay remedio.
-En mi vida he improvisado.
-No se haga usted el chiquito.
-Me marcharé.
-Cerrar la puerta.
-No se sale de aquí sin decir algo.

        Y digo versos por fin, y vomito disparates, y los celebran, y crece la bulla y el humo y el infierno.
A Dios gracias, logro escaparme de aquel nuevo Pandemonio. Por fin, ya respiro el aire fresco y desembarazado de la calle; ya no hay necios, ya no hay castellanos viejos a mi alrededor.
-¡Santo Dios, yo te doy gracias, exclamo respirando, como el ciervo que acaba de escaparse de una docena de perros y que oye ya apenas sus ladridos; para de aquí en adelante no te pido riquezas, no te pido empleos, no honores; líbrame de los convites caseros y de días de días; líbrame de estas casas en que es un convite un acontecimiento, en que sólo se pone la mesa decente para los convidados, en que creen hacer obsequios cuando dan mortificaciones, en que se hacen finezas, en que se dicen versos, en que hay niños, en que hay gordos, en que reina, en fin, la brutal franqueza de los castellanos viejos! 
                                       
                                                        VUELVA USTED MAÑANA

1- ¿Cómo creía que éramos los españoles el amigo de Larra?
Tan nobles y caballerescos como hacía dos siglos.
2- ¿A qué había venido a España ?
Había venido a descubrir información acerca de sus raíces familiares, reclamar lo que pudiera reclamar e invertir dinero en algún negocio.
3-¿Cuánto tiempo pensaba mucho estar en España para resolver sus asuntos?
Pensaba estar como mucho quince días, aunque le sobraban cinco si todo salía según lo planeado.   
4- ¿Por qué se ríe Larra de sus pretensiones?
Porque conoce el país y sabe que hacer todo eso en quince días es imposible.
5- ¿Qué le pasó con el genealogista, el traductor, el escribiente, el sastre, el zapatero, la planchadora y el sombrerero?
El genealogista, estuvo quince días diciéndole que volviera al día siguiente y cuando por fin le atendió, se confundió de apellido, así que el extranjero se quedó sin saber noticia alguna de sus antepasados y por tanto no pudo hacer ninguna reclamación. El traductor le estuvo dando largas hasta el final del mes y el escribiente hizo lo mismo, pero incluso al atenderle no hizo más que llenar las copias de mentiras. El sastre tardó veinte días en hacerle un frac, el zapatero le hizo comprar botas hechas debido a su tardanza, la planchadora tardó quince días en plancharle una camisola y el sombrerero tardó dos días en hacerle una pequeña modificación al sombrero del extranjero. 
6- ¿Cómo se comportaban sus conocidos españoles cuando tenía una cita con él?
No iban a ninguna cita que tenían con él, ni justificaban su ausencia.
7- ¿Qué problemas burocráticos tiene el extranjero a la hora de invertir en un negocio en España?
El oficial de la mesa no les atendió para entregar el expediente de la inversión hasta pasados unos días. Hubo un error, el expediente pasó a informe y tuvo que esperar dos meses hasta que le respondieron. Cuando lo hicieron, se dio cuenta de que el expediente no correspondía a ese ramo, así que tuvo que pasar todos los trámites otra vez, pero esta vez el expediente se perdió en el trámite administrativo y hubo que volver a hacer todo una vez más. Finalmente, pasados seis meses, le respondieron negándole la inversión. 
8- ¿Qué opina el amigo español de Larra sobre la forma de hacer las cosas los españoles aunque estén mal hechas?
Opina que aunque se ha hecho mal, al menos se ha hecho y si le conceden la inversión al extranjero, perjudicará a los que lo hicieron antes. Además, añade que así siempre se ha hecho, así se hace y así siempre se hará. Esas son las únicas razones que da para respaldar su argumento.
9- ¿Qué opina también sobre las intenciones de los extranjeros?
Cree que vienen al país a enriquecerse a costa de los españoles.
10-¿Qué argumentos da Larra a favor de que los extranjeros son buenos para un país?
Opina que los extranjeros que vienen a invertir a España contribuyen a la sociedad y traen capital al país. Dice que no vienen para hacer dinero y llevárselo después, sino para quedarse y ayudar al desarrollo económico del país. Además, ese extranjero da de comer a los empleados a su cargo, realiza una mejora y ayuda al aumento de la población formando una familia. Por eso, piensa que todos los Gobiernos sabios atraen extranjeros para que inviertan en sus territorios.
11-¿Qué termina haciendo el amigo extranjero?
Se va para su país, muy enfadado con cómo se hacían las cosas en España y dispuesto a contarle a todo el mundo que aquí solo le decían: "Vuelva usted mañana"
12- ¿Qué concluye diciendo Larra irónicamente sobre cómo influye en él la pereza española?
Que le ha hecho perder muchas oportunidades para conseguir una mejor vida y que él vive la buena vida sin esforzarse, por pereza, y se pasa el día sin hacer nada. 
Finalmente, dice que este artículo lo podría haber escrito antes, pero que no lo ha hecho por pereza. 

        Gran persona debió de ser el primero que llamó pecado mortal a la pereza; nosotros, que ya en uno de nuestros artículos anteriores estuvimos más serios de lo que nunca nos habíamos propuesto, no entraremos ahora en largas y profundas investigaciones acerca de la historia de este pecado, por más que conozcamos que hay pecados que pican en historia, y que la historia de los pecados sería un tanto cuanto divertida. Convengamos solamente en que esta institución ha cerrado y cerrará las puertas del cielo a más de un cristiano.


       Estas reflexiones hacía yo casualmente no hace muchos días, cuando se presentó en mi casa un extranjero de estos que, en buena o en mala parte, han de tener siempre de nuestro país una idea exagerada e hiperbólica, de estos que, o creen que los hombres aquí son todavía los espléndidos, francos, generosos y caballerescos seres de hace dos siglos (...)
   
       Un extranjero de estos fue el que se presentó en mi casa, provisto de competentes cartas de recomendación para mi persona. Asuntos intrincados de familia, reclamaciones futuras, y aun proyectos vastos concebidos en París de invertir aquí sus cuantiosos caudales en tal cual especulación industrial o mercantil, eran los motivos que a nuestra patria le conducían.
 
       Acostumbrado a la actividad en que viven nuestros vecinos, me aseguró formalmente que pensaba permanecer aquí muy poco tiempo, sobre todo si no encontraba pronto objeto seguro en que invertir su capital. Pareciome el extranjero digno de alguna consideración, trabé presto amistad con él, y lleno de lástima traté de persuadirle a que se volviese a su casa cuanto antes, siempre que seriamente trajese otro fin que no fuese el de pasearse. Admirole la proposición, y fue preciso explicarme más claro.
 
        -Mirad -le dije-, monsieur Sans-délai -que así se llamaba-; vos venís decidido a pasar quince días, y a solventar en ellos vuestros asuntos.
-Ciertamente -me contestó-. Quince días, y es mucho. Mañana por la mañana buscamos un genealogista para mis asuntos de familia; por la tarde revuelve sus libros, busca mis ascendientes, y por la noche ya sé quién soy. En cuanto a mis reclamaciones, pasado mañana las presento fundadas en los datos que aquél me dé, legalizadas en debida forma; y como será una cosa clara y de justicia innegable (pues sólo en este caso haré valer mis derechos), al tercer día se juzga el caso y soy dueño de lo mío. En cuanto a mis especulaciones, en que pienso invertir mis caudales, al cuarto día ya habré presentado mis proposiciones. Serán buenas o malas, y admitidas o desechadas en el acto, y son cinco días; en el sexto, séptimo y octavo, veo lo que hay que ver en Madrid; descanso el noveno; el décimo tomo mi asiento en la diligencia, si no me conviene estar más tiempo aquí, y me vuelvo a mi casa; aún me sobran de los quince cinco días.
 
          Al llegar aquí monsieur Sans-délai traté de reprimir una carcajada que me andaba retozando ya hacía rato en el cuerpo, y si mi educación logró sofocar mi inoportuna jovialidad, no fue bastante a impedir que se asomase a mis labios una suave sonrisa de asombro y de lástima que sus planes ejecutivos me sacaban al rostro mal de mi grado.

          -Permitidme, monsieur Sans-délai -le dije entre socarrón y formal-, permitidme que os convide a comer para el día en que llevéis quince meses de estancia en Madrid
           -¿Cómo?
          -Dentro de quince meses estáis aquí todavía.
          -¿Os burláis?
          -No por cierto.
          -¿No me podré marchar cuando quiera? ¡Cierto que la idea es graciosa!
          -Sabed que no estáis en vuestro país activo y trabajador.
          -¡Oh!, los españoles que han viajado por el extranjero han adquirido la costumbre de hablar mal siempre de su país por hacerse superiores a sus compatriotas.
          -Os aseguro que en los quince días con que contáis, no habréis podido hablar siquiera a una sola de las personas cuya cooperación necesitáis.
           -¡Hipérboles! Yo les comunicaré a todos mi actividad.
           -Todos os comunicarán su inercia.
Conocí que no estaba el señor de Sans-délai muy dispuesto a dejarse convencer sino por la experiencia, y callé por entonces, bien seguro de que no tardarían mucho los hechos en hablar por mí.
Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido  en conocido: encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días; fuimos.

        -Vuelva usted mañana -nos respondió la criada-, porque el señor no se ha levantado todavía.
-Vuelva usted mañana -nos dijo al siguiente día-, porque el amo acaba de salir.
-Vuelva usted mañana -nos respondió al otro-, porque el amo está durmiendo la siesta.
-Vuelva usted mañana -nos respondió el lunes siguiente-, porque hoy ha ido a los toros.
-¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y «Vuelva usted mañana -nos dijo-, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio».
A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz, y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.
 
       Es claro que faltando este principio no tuvieron lugar las reclamaciones.
 
       Para las proposiciones que acerca de varios establecimientos y empresas utilísimas pensaba hacer, había sido preciso buscar un traductor; por los mismos pasos que el genealogista nos hizo pasar el traductor; de mañana en mañana nos llevó hasta el fin del mes. Averiguamos que necesitaba dinero diariamente para comer, con la mayor urgencia; sin embargo, nunca encontraba momento oportuno para trabajar. El escribiente hizo después otro tanto con las copias, sobre llenarlas de mentiras, porque un escribiente que sepa escribir no le hay en este país.
No paró aquí; un sastre tardó veinte días en hacerle un frac, que le había mandado llevarle en veinticuatro horas; el zapatero le obligó con su tardanza a comprar botas hechas; la planchadora necesitó quince días para plancharle una camisola; y el sombrerero a quien le había enviado su sombrero a variar el ala, le tuvo dos días con la cabeza al aire y sin salir de casa.
Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!

       -¿Qué os parece de esta tierra, monsieur Sans-délai? -le dije al llegar a estas pruebas.
       -Me parece que son hombres singulares...
        -Pues así son todos. No comerán por no llevar la comida a la boca.

         Presentose con todo, yendo y viniendo días, una proposición de mejoras para un ramo que no citaré, quedando recomendada eficacísimamente.
 
          A los cuatro días volvimos a saber el éxito de nuestra pretensión.
 
          -Vuelva usted mañana -nos dijo el portero-. El oficial de la mesa no ha venido hoy.
«Grande causa le habrá detenido», dije yo entre mí. Fuímonos a dar un paseo, y nos encontramos, ¡qué casualidad!, al oficial de la mesa en el Retiro, ocupadísimo en dar una vuelta con su señora al hermoso sol de los inviernos claros de Madrid.   Martes era el día siguiente, y nos dijo el portero:

         -Vuelva usted mañana, porque el señor oficial de la mesa no da audiencia hoy.
        -Grandes negocios habrán cargado sobre él -dije yo.

           Como soy el diablo y aun he sido duende, busqué ocasión de echar una ojeada por el agujero de una cerradura. Su señoría estaba echando un cigarrito al brasero, y con una charada del Correo entre manos que le debía costar trabajo el acertar.

-Es imposible verle hoy -le dije a mi compañero-; su señoría está en efecto ocupadísimo.

Dionos audiencia el miércoles inmediato, y, ¡qué fatalidad!, el expediente había pasado a informe, por desgracia, a la única persona enemiga indispensable de monsieur y de su plan, porque era quien debía salir en él perjudicado. Vivió el expediente dos meses en informe, y vino tan informado como era de esperar. Verdad es que nosotros no habíamos podido encontrar empeño para una persona muy amiga del informante. Esta persona tenía unos ojos muy hermosos, los cuales sin duda alguna le hubieran convencido en sus ratos perdidos de la justicia de nuestra causa.
 
        Vuelto de informe se cayó en la cuenta en la sección de nuestra bendita oficina de que el tal expediente no correspondía a aquel ramo; era preciso rectificar este pequeño error; pasose al ramo, establecimiento y mesa correspondiente, y hétenos caminando después de tres meses a la cola siempre de nuestro expediente, como hurón que busca el conejo, y sin poderlo sacar muerto ni vivo de la huronera. Fue el caso al llegar aquí que el expediente salió del primer establecimiento y nunca llegó al otro.

        - De aquí se remitió con fecha de tantos -decían en uno.
        -Aquí no ha llegado nada -decían en otro.
       -¡Voto va! -dije yo a monsieur Sans-délai, ¿sabéis que nuestro expediente se ha quedado en el aire como el alma de Garibay, y que debe de estar ahora posado como una paloma sobre algún tejado de esta activa población?

Hubo que hacer otro. ¡Vuelta a los  empeños! ¡Vuelta a la prisa! ¡Qué delirio!
 
       -Es indispensable -dijo el oficial con voz campanuda-, que esas cosas vayan por sus trámites regulares.
 
         Es decir, que el toque estaba, como el toque del ejercicio militar, en llevar nuestro expediente tantos o cuantos años de servicio.


       Por último, después de cerca de medio año de subir y bajar, y estar a la firma o al informe, o a la aprobación o al despacho, o debajo de la mesa, y de volver siempre mañana, salió con una notita al margen que decía:
 
         «A pesar de la justicia y utilidad del plan del exponente, negado.»

-¡Ah, ah!, monsieur Sans-délai -exclamé riéndome a carcajadas-; éste es nuestro negocio.

Pero monsieur Sans-délai se daba a todos diablos.

-¿Para esto he echado yo mi viaje tan largo? ¿Después de seis meses no habré conseguido sino que me digan en todas partes diariamente: «Vuelva usted mañana», y cuando este dichoso «mañana» llega en fin, nos dicen redondamente que «no»? ¿Y vengo a darles dinero? ¿Y vengo a hacerles favor? Preciso es que la intriga más enredada se haya fraguado para oponerse a nuestras miras.
 -¿Intriga, monsieur Sans-délai? No hay hombre capaz de seguir dos horas una intriga. La pereza es la verdadera intriga; os juro que no hay otra; ésa es la gran causa oculta: es más fácil negar las cosas que enterarse de ellas.
 
          Al llegar aquí, no quiero pasar en silencio algunas razones de las que me dieron para la anterior negativa, aunque sea una pequeña digresión.

-Ese hombre se va a perder -me decía un personaje muy grave y muy patriótico.
 -Esa no es una razón -le repuse-: si él se arruina, nada, nada se habrá perdido en concederle lo que pide; él llevará el castigo de su osadía o de su ignorancia.
 -¿Cómo ha de salir con su intención?
 -Y suponga usted que quiere tirar su dinero y perderse, ¿no puede uno aquí morirse siquiera, sin tener un empeño para el oficial de la mesa?
 -Puede perjudicar a los que hasta ahora han hecho de otra manera eso mismo que ese señor extranjero quiere.
 -¿A los que lo han hecho de otra manera, es decir, peor?
 -Sí, pero lo han hecho.
 -Sería lástima que se acabara el modo de hacer mal las cosas. ¿Conque, porque siempre se han hecho las cosas del modo peor posible, será preciso tener consideraciones con los perpetuadores del mal? Antes se debiera mirar si podrían perjudicar los antiguos al moderno.
 -Así está establecido; así se ha hecho hasta aquí; así lo seguiremos haciendo.
 -Por esa razón deberían darle a usted papilla todavía como cuando nació.
 -En fin, señor Fígaro, es un extranjero.
 -¿Y por qué no lo hacen los naturales del país?
 -Con esas socaliñas vienen a sacarnos la sangre.
 -Señor mío -exclamé, sin llevar más adelante mi paciencia-, está usted en un error harto general. Usted es como muchos que tienen la diabólica manía de empezar siempre por poner obstáculos a todo lo bueno, y el que pueda que los venza. Aquí tenemos el loco orgullo de no saber nada, de quererlo adivinar todo y no reconocer maestros. Las naciones que han tenido, ya que no el saber, deseos de él, no han encontrado otro remedio que el de recurrir a los que sabían más que ellas.

»Un extranjero -seguí- que corre a un país que le es desconocido, para arriesgar en él sus caudales, pone en circulación un capital nuevo, contribuye a la sociedad, a quien hace un inmenso beneficio con su talento y su dinero, si pierde es un héroe; si gana es muy justo que logre el premio de su trabajo, pues nos proporciona ventajas que no podíamos acarrearnos solos. Ese extranjero que se establece en este país, no viene a sacar de él el dinero, como usted supone; necesariamente se establece y se arraiga en él, y a la vuelta de media docena de años, ni es extranjero ya ni puede serlo; sus más caros intereses y su familia le ligan al nuevo país que ha adoptado; toma cariño al suelo donde ha hecho su fortuna, al pueblo donde ha escogido una compañera; sus hijos son españoles, y sus nietos lo serán; en vez de extraer el dinero, ha venido a dejar un capital suyo que traía, invirtiéndole y haciéndole producir; ha dejado otro capital de talento, que vale por lo menos tanto como el del dinero; ha dado de comer a los pocos o muchos naturales de quien ha tenido necesariamente que valerse; ha hecho una mejora, y hasta ha contribuido al aumento de la población con su nueva familia. Convencidos de estas importantes verdades, todos los Gobiernos sabios y prudentes han llamado a sí a los extranjeros: a su grande hospitalidad ha debido siempre la Francia su alto grado de esplendor; a los extranjeros de todo el mundo que ha llamado la Rusia, ha debido el llegar a ser una de las primeras naciones en muchísimo menos tiempo que el que han tardado otras en llegar a ser las últimas; a los extranjeros han debido los Estados Unidos... Pero veo por sus gestos de usted -concluí interrumpiéndome oportunamente a mí mismo- que es muy difícil convencer al que está persuadido de que no se debe convencer. ¡Por cierto, si usted mandara, podríamos fundar en usted grandes esperanzas!
 
       Concluida esta filípica, fuime en busca de mi Sans-délai.

-Me marcho, señor Fígaro -me dijo-. En este país «no hay tiempo» para hacer nada; sólo me limitaré a ver lo que haya en la capital de más notable.
 -¡Ay, mi amigo! -le dije-, idos en paz, y no queráis acabar con vuestra poca paciencia; mirad que la mayor parte de nuestras cosas no se ven.
 -¿Es posible?
 -¿Nunca me habéis de creer? Acordaos de los quince días...
 Un gesto de monsieur Sans-délai me indicó que no le había gustado el recuerdo.
 -Vuelva usted mañana -nos decían en todas partes-, porque hoy no se ve.
 -Ponga usted un memorialito para que le den a usted permiso especial.

Era cosa de ver la cara de mi amigo al oír lo del memorialito: representábasele en la imaginación el informe, y el empeño, y los seis meses, y... Contentose con decir:

        -Soy extranjero. ¡Buena recomendación entre los amables compatriotas míos!

Aturdíase mi amigo cada vez más, y cada vez nos comprendía menos. Días y días tardamos en ver las pocas rarezas que tenemos guardadas. Finalmente, después de medio año largo, si es que puede haber un medio año más largo que otro, se restituyó mi recomendado a su patria maldiciendo de esta tierra, y dándome la razón que yo ya antes me tenía, y llevando al extranjero noticias excelentes de nuestras costumbres; diciendo sobre todo que en seis meses no había podido hacer otra cosa sino «volver siempre mañana», y que a la vuelta de tanto «mañana», eternamente futuro, lo mejor, o más bien lo único que había podido hacer bueno, había sido marcharse.
 
        ¿Tendrá razón, perezoso lector (si es que has llegado ya a esto que estoy escribiendo), tendrá razón el buen monsieur Sans-délai en hablar mal de nosotros y de nuestra pereza? ¿Será cosa de que vuelva el día de mañana con gusto a visitar nuestros hogares? Dejemos esta cuestión para mañana, porque ya estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo, y pereza de abrir los ojos para hojear las hojas que tengo que darte todavía, te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas, perder de pereza más de una conquista amorosa; abandonar más de una pretensión empezada, y las esperanzas de más de un empleo, que me hubiera sido acaso, con más actividad, poco menos que asequible; renunciar, en fin, por pereza de hacer una visita justa o necesaria, a relaciones sociales que hubieran podido valerme de mucho en el transcurso de mi vida; te confesaré que no hay negocio que no pueda hacer hoy que no deje para mañana; te referiré que me levanto a las once, y duermo siesta; que paso haciendo el quinto pie de la mesa de un café, hablando o roncando, como buen español, las siete y las ocho horas seguidas; te añadiré que cuando cierran el café, me arrastro lentamente a mi tertulia diaria (porque de pereza no tengo más que una), y un cigarrito tras otro me alcanzan clavado en un sitial, y bostezando sin cesar, las doce o la una de la madrugada; que muchas noches no ceno de pereza, y de pereza no me acuesto; en fin, lector de mi alma, te declararé que de tantas veces como estuve en esta vida desesperado, ninguna me ahorqué y siempre fue de pereza. Y concluyo por hoy confesándote que ha más de tres meses que tengo, como la primera entre mis apuntaciones, el título de este artículo, que llamé «Vuelva usted mañana»; que todas las noches y muchas tardes he querido durante ese tiempo escribir algo en él, y todas las noches apagaba mi luz diciéndome a mí mismo con la más pueril credulidad en mis propias resoluciones: «¡Eh!, ¡mañana le escribiré!». Da gracias a que llegó por fin este mañana que no es del todo malo: pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás! 
                     
                                               EL REO DE MUERTE
Arriba

1- ¿Qué está haciendo la gente en la calle?
Contemplar la ejecución de un criminal condenado a muerte.
2-¿Qué pensaría un extranjero desconocedor de nuestras costumbres al ver esto?
Se preguntaría si es un día de fiesta, si se celebra algo o si es un día importante.
3- ¿Por qué Larra está en contra de la pena de muerte?
Porque piensa que al castigar a un criminal a morir se está cometiendo otro crimen más.  
4-¿Qué diferencias hay en el tono de este artículo respecto a los dos artículos anteriores?
Este artículo está escrito en un tono bastante más serio que los anteriores. No hay guiños irónicos y humorísticos. En los otros, Larra narra situaciones un poco exageradas y un tanto rocambolescas para criticar unas costumbres de su tiempo, pero en este, simplemente narra una ejecución normal de la época desde su punto de vista y dando su opinión.



         Un pueblo entero obstruye ya las calles del tránsito. Las ventanas y balcones están coronados de espectadores sin fin, que se pisan, se apiñan, y se agrupan para devorar con la vista el último dolor del hombre.

–¿Qué espera esta multitud? –diría un extranjero que desconociese las costumbres–. ¿Es un rey el que va a pasar; ese ser coronado, que es todo un espectáculo para un pueblo? ¿Es un día solemne? ¿Es una pública festividad? ¿Qué hacen ociosos esos artesanos? ¿Qué curiosea esta nación?

   Nada de eso. Ese pueblo de hombres va a ver morir a un hombre.

–¿Dónde va?
- ¿Quién es?
–¡Pobrecillo!
–Merecido lo tiene.
–¡Ay!, si va muerto ya
–¿Va sereno?
–¡Qué entero va!


He aquí las preguntas y expresiones que se oyen resonar en derredor. Numerosos piquetes de infantería y caballería esperan en torno del patíbulo. He notado que en semejante acto siempre hay alguna corrida; el terror que la situación del momento imprime en los ánimos causa la mitad del desorden; la otra mitad es obra de la tropa que va a poner orden. ¡Siempre bayonetas en todas partes! ¿Cuándo veremos una sociedad sin bayonetas? ¡No se puede vivir sin instrumentos de muerte! Esto no hace por cierto el elogio de la sociedad ni del hombre.(...)


Un tablado se levanta en un lado de la plazuela: la tablazón desnuda manifiesta que el reo no es noble. ¿Qué quiere decir un reo noble? ¿Qué quiere decir garrote vil? Quiere decir indudablemente que no hay idea positiva ni sublime que el hombre no impregne de ridiculeces.


Mientras estas reflexiones han vagado por mi imaginación, el reo ha llegado al patíbulo; en el día no son ya tres palos de que pende la vida del hombre; es un palo sólo; esta diferencia esencial de la horca al garrote me recordaba la fábula de los Carneros de Casti, a quienes su amo proponía, no si debían morir, sino si debían morir cocidos o asados. Sonreíame todavía de este pequeño recuerdo, cuando las cabezas de todos, vueltas al lugar de la escena, me pusieron delante que había llegado el momento de la catástrofe; el que sólo había robado acaso a la sociedad, iba a ser muerto por ella; la sociedad también da ciento por uno: si había hecho mal matando a otro, la sociedad iba a hacer bien matándole a él. Un mal se iba a remediar con dos. El reo se sentó por fin. ¡Horrible asiento! Miré el reloj: las doce y diez minutos; el hombre vivía aún... De allí a un momento una lúgubre campanada de San Millán, semejante el estruendo de las puertas de la eternidad que se abrían, resonó por la plazuela; el hombre no existía ya; todavía no eran las doce y once minutos. «La sociedad –exclamé– estará ya satisfecha: ya ha muerto un hombre.»  
          

            2.4- EL TEATRO

                  2.4.1- ¿Cuándo surge el teatro romántico en España?
Debido a la Guerra de la Independencia (1808- 1814) y al reinado absolutista de Fernando VII, el teatro romántico tardó en llegar a España. Así que empezó a popularizarse en la década de los años 30 del siglo XIX, tras la muerte de este rey.
                  2.4.2- Explica sus principales temas

  • El amor es el tema central y más común del teatro romántico. Es un amor imposible de alcanzar que casi siempre conducía a finales trágicos como la muerte.
  • La naturaleza aparece simbolizando los distintos sentimientos de los personajes. Normalmente es oscura y tenebrosa.
  • La agnórisis es otro tema importante del teatro romántico. Básicamente consiste en la identidad oculta de un personaje que al final se descubre.
  • El destino es también un tema común del teatro romántico, ya que muchas veces los personajes se plantean preguntas sobre su futuro y su porvenir, sobre el optimismo y el pesimismo, etc.
             2.4.3- Explica sus características formales: actos, unidades de tiempo espacio, acción, verso o prosa, etc

  • Se rompe con la estructura hasta entonces vigente, que consistía en dividir la obra en tres actos. Ahora se hace en cinco.
  • Se cambian las unidades de tiempo y el espacio. Antes, cada acto tenía lugar en un mismo día y en un mismo lugar, con el Romanticismo, cada acto podía tener lugar en cualquier sitio y tanto tiempo como se quisiera, no tenía por qué ser un solo día.
  • Se entremezclan los géneros literarios (narrativo, lírico y dramático). Por tanto, una obra podía tener partes escritas en verso y otras en prosa.
  • Se utiliza un decorado y una escenografía muy compleja para impresionar al espectador.
  • Destaca siempre la personalidad de un personaje sobre la del resto.
                  2.4.4- Pon los títulos de las obras más importantes
Los amantes de Teruel, Don Juan Tenorio y Don Álvaro de Luna o la fuerza del sino.
                  2.4.5- Explica de qué va Don Juan Tenorio
Tras haber apostado, don Luis Mejía y don Juan Tenorio, a quién realizaba mayores fechorías, este último decide apostar la vida a que consigue enamorar en una sola noche a la prometida de su rival y raptar a una novicia llamada doña Inés. Con mucha astucia, se sale con la suya. Pero mientras se encontraba en un edificio en la ribera del Guadalquivir con su cautiva, recibe la visita del padre de doña Inés, don Gonzalo de Ulloa, que quiere recuperar a su hija y de don Luis, su rival, que quiere vengarse por haberle quitado a su prometida. Se enzarzan en una pelea y estos dos mueren a manos de don Juan, que se ve obligado a huir de la ciudad, dejando a su cautiva, de quien se había enamorado, en tierra.

Cinco años más tarde, don Juan Tenorio regresa a Sevilla, ciudad en la que acontecieron los hechos anteriores, y se encuentra con un panteón en el que están enterrados: su padre, don Diego Tenorio; su rival, don Luis Mejía; el comendador, don Gonzalo de Ulloa y doña Inés, que había muerto de amor tras haber sido abandonada por don Juan. Mientras se encontraba en su casa con dos capitanes del ejército, recibe la visita del fantasma de don Gonzalo, que le dice que va a morir antes del día siguiente y que si no se arrepiente de los pecados que ha cometido, su alma acabará en el Infierno. Así que le cita en el panteón familiar esa misma noche. Cuando llega allí, empieza a darse cuenta de que el tiempo se le acaba y que va a morir de verdad. En el último momento, tras haber rogado piedad, aparece el fantasma de la difunta doña Inés y salva a su alma de ir al Infierno. 
  


POEMAS

Tu eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder:
tenías que estrellarte o que abatirme...
¡No pudo ser!

Tú eras el océano y yo la enhiesta
roca que firme aguarda su vaivén:
tenías que romperte o que arrancarme...
¡No pudo ser!

Hermosa tú, yo altivo: acostumbrados
uno a arrollar, el otro a no ceder:
la senda estrecha, inevitable el choque...
¡No pudo ser!


TEMA- Un amor imposible debido a que los enamorados son demasiado parecidos.
PARALELISMOS- La primera y la segunda estrofa son paralelas entre sí. En las dos se introducen dos términos imaginarios que representan, uno a la mujer y otro al hombre, pero al ser los dos muy parecidos, chocan.
Tercera estrofa:
  • Primer verso: "Hermosa tú, yo altivo"  es un quiasmo.
  • Segundo verso: "Uno a arrollar, el otro a no ceder" 
  • Tercer verso: "La senda estrecha, inevitable el choque" otro quiasmo.


Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar;
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
esas..., ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
sus flores se abrirán.

Pero  aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
ésas..., ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón, de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mundo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante  su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
¡así... no te querrán!

TEMAS- Profunda reflexión sobre el tiempo, ya que todo se repite pero nada es exactamente igual a como fue.
PARALELISMOS- Las estrofas se pueden agrupar de dos en dos (la primera con la segunda, la tercera con la cuarta y la quinta con la sexta). En cada uno de estos grupos, la primera estrofa dice que volverá a vivir los momentos que ya vivió con el autor, pero en la segunda explica que a pesar de ello, nada volverá a ser exactamente igual a como fue.